Ziérbano-Pontarrón de Guriezo

Esta etapa es mucho más agradable que la anterior. Ya dejamos atrás los intrincados paisajes urbanos y andamos ahora, siguiendo la costa, por parajes mucho más abiertos y agradecidos para el caminante.

 

            Sin embargo, hay tramos en los que se debe seguir manteniendo toda la atención, ya que discurren por la carretera N 634, que, aunque después de entrar en servicio la autovía A 8, ha rebajado mucho su tráfico, aún sigue siendo peligrosa.

 

            El perfil no es de gran dificultad, pero ya presenta algunos altibajos. En el gráfico parecen fuertes subidas, pero hay que tener en cuenta que la escala de altura va de 50 en 50 metros y el dibujo las exagera un poco.

 

            En cuanto al aprovisionamiento no habrá mucho problema ya que andamos por zonas turísticas y los establecimientos son abundantes.

 

La playa de La Arena, donde hoy empieza la caminata, es una bonita ensenada, protegida por la Punta Luzero. Pertenece al municipio de Zierbana, villa costera a la entrada de la ría con muelles en los que se cargaba hierro y acero con destino a Inglaterra y Alemania.

            Siguiendo la playa, pronto se cruza el cauce del río Barbadum y se continúa por una vía verde que es el trazado del viejo ferrocarril minero,  que proporciona unas hermosas vistas sobre el mar.

 

            Pobeña  queda muy próximo a la ruta, pero no hay que llegar a entrar en el pueblo.

            Se dirige después, por una carretera asfaltada hacia El Corbarón, el último núcleo urbano de Vizcaya. La carretera salva el monte por un túnel,  pasa bajo la autovía A 8  y nos encamina haciaOntón,  ya en la comunidad de Cantabria y el primer pueblo desde Irún en el que se encuentra un albergue de peregrinos, aunque según una guía publicada en 2004, se trata de una sencilla sala sin servicios y únicamente el suelo para dormir.

 

            Desde Ontón, para llegar a Castro Urdiales, hay dos posibilidades, una sube hacia Otañes y Santillán dando un gran rodeo por la montaña, la otra, que nosotros seguiremos,  es mucho más directa, sigue la carretera N 634 hacia Mioño, un pueblo que se cruza en toda su longitud, con bastantes restaurantes y una bonita playa cercana, la de Dicio y entra en Castro  por las inmediaciones del Parque de Amestoy, bordeado de señoriales edificios levantados a partir del siglo XIX, con el florecimiento de la actividad minera y turística de la zona.

 

             Castro Urdiales, la romana Flavióbriga, junto con Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera, es la primera de las que en la Edad Media formaban la llamada Hermandad de las Cuatro Villas. En el siglo XIII era uno de los puertos pesqueros más importantes del Cantábrico.  Gracias a sus actividades pesqueras y a las relaciones comerciales con Flandes, gozó durante siglos de notable florecimiento.  Fue además un importante hito jacobeo merced a los peregrinos que recorrían este camino costero y a los que arribaban a su puerto procedentes de Europa. 

            La villa estuvo amurallada y defendida por un castillo que después se convirtió en faro. Este castillo faro, junto con el puente medieval y la iglesia de Santa María de la Asunción, un edificio de estilo gótico, son sus monumentos emblemáticos.

            El gran director de orquesta Ataulfo Argenta era natural de la villa y en ella tiene un monumento conmemorativo.

            El tipismo de su casco viejo y el trajín del puerto a la llegada de los barcos de pesca, que después se refleja en sus buenos restaurantes es otro de los atractivos de Castro.

 

            El camino deja el casco viejo por la Avenida  Silvestre Ochoa, hasta la plaza de toros, pasa a continuación un túnel por debajo de la autovía hacia el camping y desemboca en una bonita pista agrícola con piso de tierra, que se agradece después de tanto asfalto, y que nos llevará entre prados y árboles hasta Allendelagua, donde algunos dicen que hubo castillo templario, coronando el cerro que la domina. La iglesia parroquial está dedicada a San Marcos.

 

            Por el camino de servicio de la autovía hay que llegar hasta Cerdigo, el paisaje sigue siendo  bonito, pero totalmente contaminado por el ruido de la cercana A 8. Otro evangelista, ahora San Juan, es el titular de su iglesia parroquial

            A la salida de Cerdigo se atraviesa la N 634 y se toma una apacible senda que obliga a abrir varias portillas ganaderas, que hay que tener buen cuidado de volver a cerrar, pero recorre un hermoso entorno de praderías y pequeños bosques que resulta el tramo más agradable de la jornada, para llegar a Islares.

 

            Contemplando el magnífico escenario natural de la playa de Arenillas hay que tomar un camino pavimentado que de nuevo sale a la N 634 para cruzar por el viaducto la ría de Oriñón y alcanzar el lugar de El Pontarrón de Guriezo, final de la etapa de hoy.